¿Es el ateísmo tan “irracional” como la religión?

Publicado

autor:  Eduardo Zugasti

Jonathan Lanman es investigador y coordinador del Center For Anthropology & Mind de la universidad de Oxford, y estudia la ciencia cognitiva del ateísmo, la religión y el secularismo. Ha participado recientemente en el NSRN con una intervención sobre «los orígenes evolutivos del pensamiento ateo» [resumen, en PDF].

Apoyándose en el trabajo de Bullivant y Lee, Lanman cuestiona el «supuesto ilustrado» acerca de la racionalidad del ateísmo, comparado con la irracionalidad de la religión. Las diferencias en religiosidad entre EE.UU y Escandinavia, con un nivel de educación similar, ilustrarían que la relación entre educación y religiosidad no es directa. Según Lanman tampoco podemos fiarnos del relato sobre el origen del ateísmo como la posición «racional» por defecto: «explicar la religión o el ateísmo es menos un problema de explicar qué funciona mal en mentes por lo demás racionales y más un problema de explicar cómo afectan diferentes ambientes a mecanismos cognitivos universales.»

Lanman ha propuesto distinguir entre «ateísmo fuerte» y «no teísmo» [PDF]. Aparentemente la distinción es algo sesgada y redundante (al fin y al cabo el significado de «ateísmo» es literalmente «no teísmo»), pero refleja algo importante de la realidad. El «ateísmo fuerte» se refiere no sólo a la falta de creencias en entidades sobrenaturales sino, a diferencia del «no teísmo», a la posición moral de que la religión es moralmente dañina. El ateísmo o la irreligiosidad en Escandinavia es típicamente «no teísta» en este sentido. El «ateísmo fuerte», por el contrario, es típico en los EE.UU, especialmente en los últimos años. La explicación radica en la distribución desigual de seguridad y bienestar social en ambos países, y también en la distribución desigual del sentimiento de amenaza que experimentan los no creyentes. El ateísmo es más fuerte donde los prejuicios contra los ateos son más fuertes, y menos beligerante donde hay menos hostilidad social e institucional contra la visión secular de la sociedad típica del humanista ateo.

Una importante conclusion de estos trabajos es confirmar la idea de que no hay nada especialmente agresivo o beligerante en el ateísmo. El «ateísmo fuerte» no está en la «naturaleza» de las personas no creyentes, es simplemente una respuesta social normal allí donde hay una religiosidad fuerte y unas instituciones religiosas lo bastante fuertes para alimentar los prejuicios sociales contra los ateos.

1 Comentario

  1. Justamente, el ateísmo fuerte o militante tiene un componente defensivo/reactivo, de resentimiento social por la discriminación de que son objeto los ateos. Sin embargo, aún en los países donde según Lanman predomina el no-teísmo (o antisobrenaturalismo) podría persistir cierto grado de prejuicio anti-ateo latente, si bien no un enfrentamiento abierto al estilo de los EUA, a medida que resulta difícil que los creyentes en Dioses Moralizantes contrarresten completamente la ilusión que los ateos padecen de un déficit moral fundamental, en tanto no responsivos a los supuestos premios y castigos sobrenaturales.

    Creo que falta un poco más de investigación.
    .

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