Los ateos iraquíes demandan reconocimiento y garantías de sus derechos

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El ateísmo parece un fenómeno extraño en un país como Iraq, considerando que es uno de los más religiosos de la tierra, y donde el grado de interés por la religión es muy alto. Esta percepción también se da en el Golfo, tal y como apunta de Sultan Sooud Al Qassemi en sus artículo del 3 de marzo sobre la visibilidad creciente de los ateos de allí. Con todo, aquí encontramos personas que se identifican como ateos y reclaman que sus derechos sean salvaguardados de acuerdo con las resoluciones de la ONU que garantizan la libertad de las creencias. A este respecto, encuestas previas han indicado la existencia de un creciente movimiento agnóstico en el país, que continúa expandiéndose a un ritmo importante.

Abul al-Ala al-Ma'arri (973-1058)

Abul al-Ala al-Ma’arri (973-1058)

El ateísmo y la herejía poseen una larga historia en Mesopotamia, con el renombrado filósofo árabe Abul al-Ala al-Ma’arri (973-1058), que defendía hace 1000 años su increencia en las religiones. Ibn al-Rawandi (837-911) también dedicó secciones de sus libros a contrarrestar el Corán en Bagdad. Más aún, Ikhwan al-Safa, un grupo sereto del siglo III Hijri, incluyeron en sus libros críticas a las creencias musulmanas en Basra; y el poeta e investigador iraquí contemporáneo Maarouf al-Rasafi discutió los aspectos religiosos del profeta Mahoma en su libro The Muhamadiyan Personality. Rasafi es un escritor de Fallujah, una ciudad iraquí famosa por sus mezquitas y su fervor religioso.

El fenómeno del ateísmo tiene profundas raíces en Iraq, pero hay algo nuevo en cómo está extendiéndose en todas las edades y clases sociales. El ateísmo solía ser un fenómeno elitista restringido únicamente a intelectuales y académicos, pero hoy se ha metamorfoseado en algo mucho más general y que no deja de crecer. Una de las razones es acaso que el extremismo religioso ha tomado el control en las últimas dos décadas. Naturalmente, este extremismo puede llevar a serias represalias contra las personas que rechazan categóricamente la religión e intentan escapar del confinamiento y el tormento que ha causado en sus vidas. Pero, cuando el extremismo se mezcla con sectarismo, entonces las reacciones tienden a ser diferentes. Llega un punto en que alguien puede que adopte costumbres religiosas extremistas para preservar y expresar su sentido de identidad y pertenencia social en medio del conflicto actual del país. Por otra parte, algunos podrían llegar a la conclusión de que la religión es la causa de todos los males, y como resultado de esto sentirse obligado a rechazarla por completo.

En algún lugar entre ambos polos, podemos encontrar formas variadas de objeción a los modelos prevalecientes de creencias religiosas que atraviesan el país. Además del ateísmo, definido como el rechazo total y completo de la religión, existen otros que se identifican como agnósticos y no como ateos absolutos. Además, hay franjas enteras de población que critican ciertas manifestaciones religiosas o creencias sin abandonar el marco general de religiosidad. También es notable que un buen número de estas clases de amplio espectro son personas graduadas en escuelas religiosas, que estudiaron en los seminarios de Qom y Najaf antes de su cambio ideológico de opinión.

Los observadores de este fenómeno verían también que se extiende tanto entre la gente joven como entre los rangos de la clase media y los mayores, pese al hecho de que cada una de estas clases tiene sus propias razones y justificaciones. Los más mayores generalmente están afectados por ideologías marxistas, que adoptaron durante su juventud, mientras que la generación joven está más motivada por ideas y teorías científicas modernas, y sienten aversión hacia el movimiento religioso que ha sido aceptado por la sociedad y la política iraquí.

En términos de clases sociales, también podríamos notar que el fenómeno no se limita ya a las élites y los intelectuales; también se extiende a las clases medias y obreras de la sociedad. Esto manifiesta el hecho de que las razones del ateísmo se han expandido más allá del marco de las lecturas y meditaciones filosóficas para pasar a ser un fenómeno social afectado por los efectos de la religiosidad en la vida cotidiana, así como por la toma autoritaria de la sociedad. Cualquier observador se sorprendería en ocasiones de ver a gente joven profesar su increencia y ateísmo, burlarse de las creencias religiosas y de las cosas sagradas, y aún así seguir practicando formas de rituales religiosos o corear eslóganes religiosos cuando erupcionan conflictos sectarios. La razón de esto es que existe una superposición entre la religión y el sentido de la identidad y de la pertenencia social a sus clanes de las personas. La gente joven rechaza la religión porque la ven como la fuente de sus problemas, pero al mismo tiempo, como miembros de una sociedad gobernada por valores religiosos y tradiciones tribales de naturaleza cuasi religiosa, están vinculados entre sí por los vínculos sociales con la religión.

En este contexto, Al-Monitor se reunió con un grupo de no creyentes iraquíes para tomar nota de sus demandas. Destacaron la necesidad de reconocimiento social y legal de su existencia, la rectificación de la imagen que tiene la sociedad de ellos, y una garantía de las libertades públicas descritas en los tratados humanitarios, tales como la libertad de expresión, entre otras cosas. Se quejaron del punto de vista social dominante según el cual están corrompidos moralmente, o bien no son otra cosa sino agentes de entidades extranjeras, como los sionistas o los masones, entre otras. Esta percepción negativa podría extenderse hasta incluir a todos los que reclaman liberalismo o secularismo, que serían vistos con sospecha y retratados como miembros de redes globales masónicas que han venido a Iraq ha destruir sus valores y logros sociales.

Los no creyentes también reclaman que el curriculum educativo sea enmendado para excluir cualquier forma de prejuicio odioso contra ellos, y para que adopte una posición neutral hacia todas las creencias sin excepción. Algunos también desearían ser capaces de expresar sus creencias y presencia sin miedo a ser intimidado o incluso asesinado. Existen muchas páginas y blogs iraquíes utilizados por ateos, pero todos mantienen en secreto las listas de miembros por miedo a ser perseguidos o matados por milicias y grupos extremistas, o incluso por ciudadanos normales en la calle. Finalmente, y a la luz de la atmósfera dominante de sectarismo religioso y fundamentalismo, proteger a los ateos, agnósticos y secularistas se convierte en una urgente necesidad. Son una minoría cuyo derecho a la libertad de credo debe ser defendida, en particular considerando que ni siquiera están reconocidos como grupo, y que no existe ninguna entidad iraquí o global que los proteja y defienda, como resultado de la falta de interés que han suscitado sus demandas en los informes internacionales de derechos humanos.

Publicado por Ali Mamouri en Al Monitor.

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