El asesino está muerto

El fin de Bin Laden tiene la fuerza de una notable victoria bélica, pero no cambia el riesgo global

Una de las cosas más delirantes que pasarán los próximos días serán las coloristas teorías de la conspiración que inundarán la red. Veremos cómo Bin Laden no estará muerto y los estadounidenses serán los autorresponsables de los atentados que los matan. Y es que es posible que internet sea el invento del siglo, pero la cantidad de cretinos, extremistas e ignorantes que acumula es también una de sus grandes características. Y, cuando se trata de despreciar a los yanquis y minimizar a los fanáticos radicales, el ejército de paranoicos es inmenso.

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Los efectos de la religión en la felicidad

Publicado por Eduardo Robredo Zugasti en http://www.revolucionnaturalista.com

La justificación de la religión basada en su utilidad personal y social es un rasgo muy fuertemente asociado con la secularización. Un argumento estrella de este tipo de «apologética» moderna es que la religión hace más feliz a las personas. Y aparentemente sólo un insensato (como el del salmo 14) rechazaría ser más feliz.

La asociación entre religión y felicidad es, sin embargo, sumamente variable entre países, tal como confirma un artículo de Jan Eichhorn (vía Epiphenom), de la universidad de Edinburgo, que ha estudiado los efectos que tiene la religiosidad sobre la satisfacción vital en 43 países europeos, y en EE UU, Australia y Nueva Zelanda. Eichhorn ha hallado que los efectos positivos de la religiosidad sobre la felicidad, cuando tienen lugar, están estrechamente relacionados con las creencias dominantes de la sociedad.

Las personas que dan más importancia a Dios, sin embargo, son más felices cuando viven en un país donde los demás también lo hacen. Además, su felicidad también es mayor cuando hay muchas personas que asisten a los servicios religiosos.

Dado que lo contrario no es el caso -las personas que acuden a los servicios más a menudo no son más felices cuando la media en la importancia de Dios es mayor-, parece que la felicidad a través de la religiosidad puede derivarse principalmentede la conformidad con el standard de la comunidad, en particular con el standard visible.

En términos más prosaicos, el conformismo social parece una buena estrategia para lograr la felicidad, y si el conformismo social está asociado con la religiosidad, lo más probable es que la religión te haga más feliz. Este efecto benéfico no se produce cuando vivimos en sociedades altamente seculares o donde la importancia de las creencias religiosas es menor.


Eichhorn, J. (2011). Happiness for Believers? Contextualizing the Effects of Religiosity on Life-Satisfaction European Sociological Review DOI: 10.1093/esr/jcr027

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El Consejo de Europa reconoce el humanismo secular

Según informa la web de IHEU (The International Humanist and Ethical Union), la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa ha recomendado a sus 47 gobiernos miembros «promover una genuina asociación para la democracia y los derechos humanos entre el Consejo de Europa, las instituciones religiosas y las organizaciones no religiosas«.

Este reconocimiento subraya la importancia de los humanistas como interlocutores específicos en los debates que se deciden a escala europea. La decisión equilibra algo las fuerzas en un continente donde casi la mitad de la población no se declara religiosa (una parte cree «en alguna forma de espíritu o fuerza vital») y donde el porcentaje de ateos asciende al 18%, según un eurobarómetro de 2005 (en España los datos son similares). Aunque algunos no creyentes temen hacer del humanismo o del ateísmo una «religión política» más, el reconocimiento social y político de los humanistas seculares es de hecho un requisito imprescindible para que los debates morales más sensibles no sean monopolizados por los interlocutores religiosos.

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Ideas y orden público

autor: Arcadi Espada

Hablo de oídas, más de lo habitual, pero parece que han prohibido en la ciudad de Madrid una procesión atea que iba a coincidir con la celebración católica del Jueves Santo. Además de atea la procesión era burlona y se anunciaba con unos lemas que a una juez le han parecido irreverentes. La decisión vuelve a probar el estatus de privilegio que las ideas religiosas tienen en la sociedad española. Es frecuente que ante la convocatoria de ceremonias laicas, políticas, algunos grupos exhiban en la calle una suerte de contraprogramación ideológica. Pasa, por ejemplo, con el 12 de octubre, con el 11 de septiembre catalán y con muchas otras ceremonias. Como máxima coerción la policía establece una suerte de recorridos alternativos para que las disputas no generen encuentros desagradables entre unos y otros.

La prohibición de Madrid se fundamenta en un peligroso supuesto: que la procesión atea no es disenso sino ofensa. Como las ideas no pueden ofenderse unas a otras, ha de concluirse que la religión, para los que han prohibido el acto, es algo más que una idea. Exactamente, una forma de orden público, cuya alteración resultaría perseguible de (santo) oficio. Algo que resulta intolerable. Si la religión quiere ocupar, como tantas veces reclama, un lugar en el espacio público y quiere defender allí sus ideas debe hacerlo en pie de igualdad. Cuando una idea cualquiera, sean Dios, la Patria, el Partido o el Equipo, no se limita a exhibirse en el espacio de discusión pública, sino que pretende diseñar sus límites, a la sociedad democrática no le queda otro remedio que exigir su expulsión de ese espacio. La democracia puede acoger a los que quieren destruirla; pero naturalmente debe asegurarse de que no puedan cumplir sus propósitos.

El Jueves Santo es un día más, normalmente soleado, y festivo en algunas comunidades. Algunos ciudadanos tienen la creencia de que en ese día se produjo, me parece, el prendimiento de Jesús, y exhiben su convencimiento en las calles, a veces con una belleza muy conmovedora y adictiva. Otros ciudadanos creen que esa creencia es falsa y dañina. Y quieren combatirla utilizando la razón, la burla y el sarcasmo. El ateísmo, como indica la propia naturaleza de la palabra (sindios), es una creencia subordinada, cuyo carácter los ateos, al igual que los antifascistas o los anticomunistas, aceptan con honor y hasta con alegría. Y es por eso que para sus libres manifestaciones eligen el Jueves Santo y no el 15 de agosto en Madrid, Baden-Baden.

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Sobre el subdesarrollo del ateísmo y del laicismo en España

Por Eduardo Robredo Zugasti en  revolucionnaturalista.com

El ateísmo y el secularismo progresan básicamente bajo tres condiciones que están relacionadas entre sí. La primera es la democracia (los países con mayor interés en la democracia son los menos religiosos) y un sistema de «bienestar» económico que alivie la inseguridad personal. La segunda es la libertad de expresión que permite confrontar los argumentos irreligiosos en un territorio neutral y sin coacciones. La tercera es la expansión de la cultura científica, que favorece sistemáticamente la disminución de la religiosidad (los científicos y los filósofos suelen ser mayoritariamente ateos o agnósticos).

Ninguna de estas condiciones incluye la «quema de iglesias» o persecución religiosa de ninguna clase, aunque esto es justamente lo que sigue pensando el lumpen del ateísmo español. Yo no puedo evitar volver a recordar estas palabras de Puente Ojea: «Los ateos españoles, con no ir a misa, meterse con los curas cuando podían darle palos y tal y cual y hacer ademanes de rebelión, creían que habían dejado ya la creencia para siempre, cuando ni la examinaron ni la conocían bien.»

En el marco de la confrontación con el laicismo, tan vivo en los últimos tiempos, es del máximo interés potenciar la identificación de los ateos y laicistas con este tipo de grupos, pese a su evidente carácter marginal, vecinal y folklórico. Pero de esto no tienen la culpa los arzobispos, en realidad, sino los mismos ateos españoles, que en más de tres décadas de democracia no hemos sido capaces de formar una asociación secularista verdaderamente seria, con recursos y de carácter nacional.

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Curiosidades varias

por PILAR RAHOLA en lavanguardia.es

Brutal masacre de la familia Fogel en Itamar. Los terroristas llegaron de noche a la casa. Primero degollaron a los niños: Hadas de tres meses, Elad de cuatro años y Yoav de once. Después acuchillaron a los padres, Udi y Ruth. Desde el día 13, en que ocurrió la matanza de la familia, han caído en Ashdod, Ashkelon, y Beersheva más de cincuenta misiles, sumados a siete bombas de mortero en Eshkol, todos ellos disparados desde Gaza. Y ayer una bomba en el Centro de Convenciones de Jerusalén mató a una mujer y provocó 39 heridos, algunos con pronóstico muy grave, entre ellos dos mujeres embarazadas.

Por supuesto toda esta escalada de violencia grave no ha conmovido a nadie, y ni uno solo de los ruidosos voceros de la causa palestina han considerado necesario lamentar todos estos actos de terrorismo, como si los israelíes fueran culpables por el solo hecho de nacer y su destino natural fueramorir en atentado. Ya lo dijo Yusuf al Qadarawi, el gurú de la Fundación Qatar, esa que inspira la publicidad del Barça: cualquier israelí, incluyendo las mujeres embarazadas, debe ser asesinado, no en vano “sus hijos no natos crecerán…”. Y así va escribiéndose la crónica de una escalada de violencia que acabará mal, porque siempre concluye con alguna acción del ejército israelí para neutralizar estas acciones terroristas, y entonces se levanta la indignación del mundo.

Ya se sabe que Israel nunca tiene derecho a la defensa. Un día de estos, algunos libertadores de bolsillo montaran una flotilla –¿con el dinero de quién?– e intentaran penetrar en la zona de protección que Israel tiene, avalada por la ONU, para impedir la entrada de armamento. Y no se preguntarán si Hamas tiene alguna culpa, si su lógica es la paz o la guerra permanente, si otros países los están armando hasta los dientes, si es lícito, en nombre de una causa, degollar a un niño de tres meses, si eso lo asume tranquilamente su estómago libertador y si, al final, este endemoniado conflicto es mucho más complicado que el simplismo que le otorgan. Y encima estos maniqueos de la verdad venderán su radicalidad ideológica como un acto de solidaridad. Los que atacan unilateralmente a Israel siempre tienen bula.

Los que intentamos recordar que esto no es blanco y negro y que los fundamentalistas de Hamas son auténticos enemigos de su propio pueblo somos tildados de cualquier cosa y cada día debemos pedir perdón por no militar en el pensamiento único. Pienso en todo esto a tenor de la incorporación de Rosa Regàs en la lista de Hereu. Las barbaridades que ha llegado a decir contra Israel podrían llenar un libro entero de intolerancia. Pero contra Israel sale gratis decir barbaridades. Por eso continúa siendo una linda progre que decora cualquier lista electoral necesitada. ¿Porque es solidaria? No, porque odiar a Israel es un plus en el currículum del progresismo más reaccionario.

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