Los prejuicios contra los no creyentes son globales
Según la hipótesis de la “prosocialidad religiosa”, las religiones son instituciones que han evolucionado para resolver el problema de la cooperación humana a gran escala. La creencia en Dios funcionaría, en este sentido, como un monitor sobrenatural que vigila desde lo alto el comportamiento de los actores sociales. Esto, de paso, explica por qué la mayoría de las sociedades históricas creen en “dioses vigilantes y moralizantes”, y por qué la idea de un Dios que no interviene en los asuntos humanos, al modo de los filósofos desde Aristóteles, resulta menos atractiva, intuitiva o socialmente funcional que la de un Dios intervencionista y tradicional.
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